LA HISTORIA DEL MODERNO ESTADO DE ISRAEL

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Artículo extraído de la Revista Internacional Maranatha, edición Julio 2025, escrito por el pastor Efraim Valverde, Sr.

 Lo presentado a continuación ha sido tomado del libro “La Historia del Moderno Estado de Israel”.

 

“LA MUJER VESTIDA DEL SOL”

 

“Y una grande señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol, y la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Y estando preñada, clamaba con dolores de parto, y sufría tormento por parir. Y fue vista otra señal en el cielo: y he aquí un grande dragón bermejo, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas. Y su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las echó en tierra. Y el dragón se paró delante de la mujer que estaba para parir, a fin de devorar a su hijo cuando hubiese parido. Y ella parió un hijo varón, el cual había de regir todas las gentes con vara de hierro: y su hijo fue arrebatado para Dios y a Su trono” (Ap. 12:1-5).

 

La Iglesia fiel es simbolizada por una hermosa mujer en el Cantar de los Cantares y como una virgen pura en Efesios 5:27 y 2 Corintios 11:2. La iglesia apóstata es, por su parte, también simbolizada como una mujer en Apocalipsis 17. A Israel y a la misma Jerusalem, se les describe en el Antiguo Testamento muchas veces con el simbolismo de una esposa, de una mujer. Es esta entonces, la clave que Dios mismo nos da para que entendamos que “la mujer” simbólica de nuestro tema es un pueblo, y ese pueblo es nada menos que la raza Judía, puesto que está vestida con una gloria que no se le puede aplicar a ninguna otra raza fuera de Israel. Una gloria que Dios ha querido darle a esta raza, que no está basada en los méritos de sus integrantes, mas en la voluntad absoluta del Todopoderoso, y que, por lo tanto, no puede quitársela nadie. Ni aun ellos mismos pueden negarla, ni evadir el pagar el precio que ha requerido el hecho de ser depositarios de tan grande privilegio divino.

 

El vestido de la mujer está descrito muy claramente en el segundo sueño de José, el hijo de Jacob (Gn. 37:9-10), pues allí están los simbolismos de gloria: el sol, la luna y las estrellas. Once que vio José en su sueño y con él son doce, o sea el número de las tribus que formaron, a su vez, la nación Israelita, a cuyos integrantes se refiere el apóstol Pablo cuando dice: “Que son Israelitas, de los cuales es (hasta hoy) la adopción, y LA GLORIA, y el pacto, y la data de la ley, y el culto, y las promesas” (Rom. 9:4). El Señor mismo, hablando con la mujer samaritana, hace esta tremenda declaración: “PORQUE LA SALUD (salvación) VIENE DE LOS Judíos” (Jn. 4:22).

 

Antes de entrar en detalle con este aspecto del tema, deseo hacer patente en forma resumida y concreta, la declaración del mismo: El dolor tormentoso de “la mujer” (la raza Judía), tuvo su cumplimiento en el siglo de “la última generación” (Mt. 24:34) o sea el siglo XX, con la horripilante masacre conocida actualmente como EL HOLOCAUSTO, donde más de 6 millones de Judíos fueron llevados al suplicio y a la muerte en el periodo de unos 6 años, por el único delito de ser miembros de esa raza que Dios ha querido distinguir. Me anticipo a decir que estoy bien consciente de que la presente declaración no es una interpretación profética popular, por cuanto no son muchos los que la enseñan, pero siento de parte de mi Dios una firmeza profunda que me impulsa para sostenerla y para predicarla, porque sé que tiene que ver con la salvación misma de la Iglesia del Señor. Inclusive, he retado y estoy retando en el Espíritu del Señor, a quien pudiere presentarme una interpretación más convincente del simbolismo profético aludido.

 

ISRAEL PROCLAMADO ESTADO

 

En el mes de noviembre en 1947, en el seno de las Naciones Unidas, se tomó la resolución más increíble de todos los últimos 19 siglos: Que al pueblo Judío, quien por ese mismo número de siglos había estado esparcido entre todas las naciones de la tierra, se le reconociera una porción en la Palestina (nombre que se le dio a la Tierra de Israel maliciosamente por el emperador romano Adriano en el año 135 d. C., como forma de borrar por completo toda memoria Judía), para establecerse como un Estado. Por cierto que entre las ironías más grandes en la historia contemporánea quedó el innegable hecho de que Rusia, uno de los enemigos más poderosos de Israel, fue el instrumento principal en favor de que se aprobara la resolución aludida, siendo esto una prueba irrefutable de que Dios puede mover a las naciones como a Él le place, para que Su Palabra se cumpla.

 

El día 14 de mayo de 1948, basados en la resolución ya tomada por las Naciones Unidas, el pueblo Judío que habitaba ya en la Tierra Santa, atraído por el movimiento sionista de los 50 años anteriores, declaró su Independencia y el renacimiento increíble del “reino” (Hch. 1:6), nombrando al naciente Estado con el título original de su antigua historia: ISRAEL.

 

Nació “el hijo de la mujer” y “el dragón” quiso devorarlo, pero no pudo porque Dios no lo permitió, pues así como el tiempo para su nacimiento había llegado y nadie pudo impedirlo, tampoco nadie ha podido impedir lo que ya se ha cumplido alrededor de los más de 40 años que ha cumplido de edad, ni podrá impedir lo que Dios ha determinado que hará con “el hijo de la mujer” (Ap. 12:5).

 

La profecía descrita en Zacarías 12:2-3, y capítulo 14:2, se ha estado cumpliendo inexorablemente en forma innegable ante los ojos incrédulos de un mundo escéptico (incluyendo a una inmensa multitud de “cristianos”), desde que “el hijo de la mujer” (ISRAEL) volvió a tomar posesión en la guerra milagrosa de los Seis Días de la Santa Ciudad: JERUSALEM (o sea la ciudad antigua que está dentro de los muros y que encierra en sí los terrenos del Templo de Dios), el 7 de junio del año 1967 después de haber sido echados fuera de ella en el año 70 d. C. (1897 años antes), por los ejércitos romanos al mando del general Tito (Dn. 9:26).

 

Con este acontecimiento, inclusive, se cumplió la importantísima profecía dada por nuestro Señor Jesucristo en Lucas 21:24. Aun la persona más escéptica tiene que reconocer el innegable hecho que nuestros ojos, y los ojos del mundo, están viendo: Todas las naciones de la tierra y sus representantes en el seno de las Naciones Unidas (con la excepción de sólo unos cuantos) están turbados y en contra de Israel por causa de JERUSALEM, la cual se les ha tornado “por piedra pesada a todos los pueblos” (Zc. 12:3).

 

ESTA IMPORTANTÍSIMA PROFECÍA NO PODÍA TENER SU CUMPLIMIENTO MIENTRAS JERUSALEM NO ESTABA EN PODER DEL PUEBLO JUDÍO, MAS AHORA “EL HIJO DE LA MUJER” (EL ESTADO ISRAELITA) YA NACIÓ, Y ESTÁ HACIENDO AQUELLO PARA LO CUAL DIOS LO HA LLAMADO. Y así como se ha cumplido y se está cumpliendo lo que ya está, también se va a cumplir lo que sigue, porque EL REY DE ISRAEL ha dicho: “El cielo y la tierra pasarán, mas Mis Palabras no pasarán” (Mr. 13:31). Solamente el corazón del necio puede negar las verdades que aquí se declaran.

 

El reportero alemán, Teho Sommer, editor en jefe del Diario Die Zeit, de Hambur, Alemania, y contribuidor de la revista Newsweek Internacional, en un artículo publicado en la misma, con la fecha del 18 de mayo, bajo un encabezado que lee: “¿NUNCA SEREMOS NOSOTROS PERDONADOS?”, el editor cita esta pregunta hecha por la nación alemana en relación a la culpabilidad que siente esa raza respecto al Holocausto, y en el primer párrafo del escrito se lee lo siguiente:

 

“El lugar propio para cualquier extranjero para que principie su visita a Israel, es Yad Vashem, el parque memorial Judío que está en una de las hermosas y muy visitadas lomas que rodean Jerusalem. Es un horrible y sacudidor recuerdo del Holocausto, sin el cual el Estado de Israel probablemente hubiera permanecido solamente como un sueño sionista. Seis millones de judíos asesinados por la máquina exterminadora de Hitler, cientos de miles de sobrevivientes buscando la seguridad de un hogar nacional -esto fue, en su mayor parte-, lo que dio a Israel su existencia. La más cruel persecución en la historia de la humanidad, dio nacimiento al Estado Judío...”.

 

Lo más increíble en este caso, es que las verdades que el pueblo llamado cristiano debería de reconocer y de anunciar, no lo hace; en cambio, “las piedras están hablando”, como dijo el Maestro (Lc. 19:40). Pero gracias a Dios que, “entenderán los entendidos” (Dn. 12:10).

 

“EL DRAGÓN”

 

Ahora, en lo que toca a “la mujer”, ha sido y sigue siendo perseguida por “el dragón”, que es Satanás. La raza Judía, integrada actualmente por más de 15.2 millones de personas, ha regresado solamente en parte de la “Diáspora” (el Esparcimiento), pues solamente unos 7.2 millones están en Israel, y los demás continúan residiendo entre las naciones de la tierra [cifras actualizadas al año 2025], donde siguen siendo víctimas del mismo antisemitismo de las edades antiguas y del antisionismo moderno. De esto también estamos siendo testigos los cristianos de “la última generación” (Mt. 24:34). Mas no importa cuán terrible sea la furia con que “el dragón” persiga a “la mujer” para destruirla no podrá hacerlo, porque Dios la escogió para hacerla instrumento y depositaria de Su gloria, y tiene que permanecer, porque la boca del Altísimo lo ha dicho por labios de Su siervo, el profeta Jeremías (Jer. 31:31-­40).

 

“LOS OTROS DE LA SIMIENTE”

 

El capítulo de nuestro tema, Apocalipsis 12, termina con una declaración que implica vida o muerte para el cristiano y, por lo tanto, es de importancia cardinal el considerarla: “Entonces el dragón fue airado contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra los otros de la simiente de ella, los cuales guardan los mandamientos de Dios, y tienen el testimonio de Jesucristo”. Fijemos nuestra atención aquí, en el hecho de que viendo “el dragón” (el diablo) que no puede destruir a “la mujer” (al pueblo Judío), se lanza “a hacer guerra contra LOS OTROS DE LA SIMIENTE DE ELLA”, pues en esto es, precisamente, donde reside la importancia que esta profecía tiene para los cristianos.

 

Al principio de este escrito, hago referencia a la parte que esta Escritura hace de la Iglesia, pues la descripción no puede ser más clara, puesto que se trata de aquellos que “GUARDAN LOS MANDAMIENTOS DE DIOS, Y TIENEN EL TESTIMONIO DE JESUCRISTO”. Invariablemente, éstos tienen que ser los integrantes de la verdadera Iglesia del Señor Jesús, o sea los cristianos fieles; y sólo la mente turbada por el engaño pudiera negar o interpretar diferente esta declaración. Por tanto, venimos también a la conclusión irrefutable de que los fieles seguidores de Cristo el Señor son, “los otros de la simiente de ella”, y para confirmación cito las Palabras del mismo Señor, quien hablando con la simiente de Israel, dice: “También tengo OTRAS ovejas que no son de este redil; aquellas también me conviene traer, y oirán Mi voz; y habrá un rebaño, y un Pastor” (Jn. 10:16).

 

El hecho de que la Iglesia cristiana sea hija, o que su origen proviene de la raza Judía, es una verdad innegable enseñada en la Palabra de Dios, principiando con la declaración del mismo Señor, quien hablando con la samaritana, dice: “Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos: PORQUE LA SALUD (salvación) VIENE DE LOS Judíos” (Jn. 4:22). Por la voluntad absoluta del Todopoderoso, la realidad es que si no existiera la simiente de Israel, tampoco existiera la Iglesia; si no hubiera Antiguo Testamento, tampoco hubiera el Nuevo; si no existiera el pueblo Hebreo, tampoco existiera el Libro Santo: LA BIBLIA; si no existiera el tronco del árbol, tampoco existieran las ramas (Rom. 11:16-20).

 

Noemí (la raza Judía) es la madre, Ruth (la Iglesia entre los gentiles) es la hija, quien siendo extranjera para el pueblo de Israel reconoce a Noemí como madre y le dice: “No me ruegues que te deje, y me aparte de ti: porque donde quiera que tú fueres, iré yo; y donde quiera que vivieres, viviré. TU PUEBLO SERÁ MI PUEBLO, Y TU DIOS MI DIOS” (Rt. 1:16). Repito que, una de las operaciones distinguidas del anticristo (Satanás) en el transcurso de los siglos de la era Cristiana, ha sido el influenciar las mentes del cristianismo para que “la hija” no solamente niegue a “la madre”, mas aun que se torne en contra de ella.

 

¡Qué ironía! Pues la Alemania “cristiana” fue, inclusive, el verdugo del Holocausto, pues lo que no han hecho las naciones paganas durante los siglos de la existencia de la Iglesia, lo han hecho las naciones que se llaman a sí mismas cristianas. Pero aún es más, y de esto personalmente soy testigo: cuántos de mis hermanos del Nombre, de los que hablan español y también de otras lenguas, no solamente ignoran y niegan al pueblo Judío, mas aun lo desprecian y lo maldicen.

 

Pero siguiendo con nuestro tema, el Texto apocalíptico que nos ocupa describe al diablo persiguiendo a los verdaderos cristianos, pues su odio y su ira es tanto en contra de “la mujer” (la raza Judía) como en contra de “su hijo” (el Estado de Israel), y también en contra de “los otros de la simiente de ella” (la Iglesia verdadera del Señor Jesús).

 

El apóstol Pablo, apóstol de los gentiles, señala con el distintivo de la persecución a la Iglesia, diciendo: “Por causa de Ti somos muertos todo el tiempo: somos estimados como ovejas de matadero” (Rom. 8:36). Pero esta tremenda advertencia no se inicia con la Iglesia, sino que el apóstol Pablo la cita del Antiguo Testamento, donde estaba aplicada ya desde los siglos anteriores para la simiente de Israel, para el pueblo Judío. Vemos, pues, a las dos simientes hermanas distinguiéndose por la misma marca, la marca de persecución, de muerte y de martirio.

 

En Israel, ya lo dijimos al principio, se ha cumplido desde sus orígenes este distintivo hace ya cerca de cuatro mil años, y en la Iglesia, de igual manera, hace ya cerca de dos mil años. Pues la historia está saturada con la sangre de más de 50 millones de mártires, principiando con los apóstoles, que han glorificado a su Dios y Salvador Jesucristo con su martirio y su muerte. Esta fue la voluntad del Eterno en el principio, en el tiempo de “la lluvia temprana”, y también es Su voluntad repetir el mismo ciclo en el tiempo de “la lluvia tardía” (Jl. 2:23).

 

El popular y moderno mensaje de las teorías “futuristas”, con su enseñanza de un “rapto misterioso” y sus promesas de librar a los cristianos de todo sufrimiento, no son sino un satánico engaño para adormecer a multitudes de cristianos, especialmente en los lugares del mundo en donde todavía no ha llegado la persecución y la muerte, para que no estén preparados para glorificar al Señor a la hora de que estas lleguen tocando a la puerta de sus casas.

 

El “Futurismo” ha enseñado que los cristianos están llamados para no sufrir, y que por tanto, la Iglesia tiene que ser “raptada” antes del tiempo de la tribulación final de que habló el Señor (Mt. 24:21), interpretando torcidamente la Escritura que dice: “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salud por nuestro Señor Jesucristo” (1 Tes. 5:9). La verdad es que “la ira de Dios” es, ciertamente, para el mundo impío, pero eso no quiere decir que el cristiano fiel que sufre tribulación está sufriendo la ira de Dios; antes por lo contrario, pues la tribulación y el sufrimiento para los hijos de Dios ha sido, por amor del Padre, para perfeccionarnos y, a la misma vez, para ser glorificado Él en Sus hijos de esta manera (léase por favor Hebreos 12:3-11).

 

Las plagas y la ira de Dios cayeron sobre Egipto para ruina, pero mientras tanto, Israel estaba aún en Egipto y no salió hasta que cayó la última plaga. Para Egipto fue la ira de Dios, pero para el pueblo del Señor fue la bendición más grande. El tiempo de la grande tribulación ya ha empezado, y las profecías de Apocalipsis se están cumpliendo en nuestros días. La Iglesia fiel, cual Israel en Egipto, va a ser testigo de la ira de Dios sobre la humanidad impía en el tiempo de la última y más terrible plaga (léase por favor 2 Tesalonicenses 1:4-10), y va a salir, o sea que va a ser levantada en el día de Su Segunda Venida.

 

Durante este tiempo se cumple literalmente en el pueblo de Dios, la maravillosa confianza inspirada por el Espíritu Santo en el Salmo 46, que describe la Segunda Venida del Señor, así como el establecimiento de Su reino milenial, tal como lo describe el Salmo 47.

 

CONCLUSIÓN

 

Mi querido hermano lector, la “grande señal (que) apareció en el cielo” (Ap. 12:1), en la cual en esta ocasión nos hemos ocupado, se ha cumplido delante de nuestros ojos. Dios está usando al Estado Israelita para cumplir las grandes y últimas señales que faltan para que aparezca en las nubes del cielo con poder y gloria, el Cristo maravilloso que la Iglesia espera, que es a la vez el Mesías prometido que espera Israel; y entonces “habrá un rebaño, y UN Pastor” (Jn. 10:16).

 

Pero en estos días presentes, preludio de Su regreso, “el diablo ha descendido a vosotros, teniendo grande ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Ap. 12:12), y la tribulación y persecución para el Pueblo de Dios (Israel y la Iglesia) está en efecto, mas va a ir aumentando en intensidad hasta el día maravilloso de “la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestro recogimiento a Él” (2 Tes. 2:1). Dios bendiga a Su pueblo y nos ayude para estar despiertos a la realidad de Su Palabra, que el cumplimiento de Sus verdades no nos tome desprevenidos. Amén.

 

Dios los bendiga.

Pastor Efraim Valverde, Sr.

 

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