Os He Escrito A Vosotros, Mancebos, Porque Sois Fuertes

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Este artículo es la versión completa del que fue publicado parcialmente en nuestra revista Maranatha.

Os He Escrito A Vosotros, Mancebos

“Os he escrito a vosotros, mancebos, porque SOIS FUERTES, y la Palabra de Dios mora en vosotros, y habéis vencido al maligno” (1 Jn. 2:14)

El Señor les bendiga. Primero que nada, quiero agradecer a mi Señor porque me ha concedido poder servir y apoyar en este ministerio, y más particularmente en esta Revista Internacional “Maranatha”. No es que yo le esté haciendo un favor al Señor o al ministerio con lo que hago, sino que, al contrario, el Señor me está concediendo el grande y maravilloso privilegio de poder colaborar en este ministerio que el Señor quiso encomendarle al pastor Efraim Valverde, Sr. y que ahora ha continuado con “lo mismo” nuestro pastor Efraim Valverde III (sigamos orando por el pastor para que el Señor lo siga usando en este último tiempo, como hasta ahora lo ha hecho). ¡Realizar este servicio es un trabajo divino! Los que han tenido también este privilegio saben a lo que me refiero.

Por un tiempo ya, he tenido el privilegio de revisar los artículos y reportes que serán publicados en la revista, mas esta es la primera vez que yo escribo algo para que sea publicado en ella; agradezco mucho a mi Señor por ello. Recuerdo bien que desde niño me gustaba mucho ir al servicio, y aun siendo pequeño, entró en mí un temor y respeto hacia el Señor. Pero los años fueron pasando y nosotros nos fuimos alejando de Dios. Mas Él quiso tratar directamente conmigo, porque sé muy bien que, incluso, antes de que yo lo entendiera, el Señor tenía un gran propósito para mí.

Siendo un adolescente, Dios permitió en mí una enfermedad de muerte, pues los doctores solo daban a mis padres el 1% de probabilidad de vida. Estuve muy grave, pero el Señor quiso hacer un grande milagro y volverme a la vida. Y no sólo eso, sino que también me dio una completa sanidad. ¡Yo soy testigo del poder de Dios! Porque, “si Él se determina en una cosa, ¿quién lo apartará? Su alma deseó, he hizo” (Job. 23:13). Nada ni nadie pudo detenerlo. ¡Bendito sea Su Santo y Precioso Nombre!

Esto que el Señor permitió en mi vida, fue lo que ayudó para que, a su tiempo, el Señor me allegara a Él de la manera en la que Él quería. Desde ese momento, mi vida cambió. He vivido hasta el día de hoy viendo Su mano en todas las cosas, pues ha querido darme entendimiento para poder conocerle y andar con Él. También el Señor ha seguido haciendo de continuo (y de una forma palpable e innegable) grandes milagros en mí (no mereciéndolos), que si aun me pusiera a escribirlos aquí, no sé cuándo terminaría. En medio de muchas fallas y errores que he cometido delante del Señor (Él bien lo sabe), le agradezco con todo mi corazón que no me ha dejado, sino que antes, en Su misericordia, me ha perdonado y me ha ayudado para que siga adelante y que no me quede tirado en el camino.

“Cada etapa de nuestra vida es buena, sabiéndola vivir”, es lo que en una ocasión escuché de labios de mi pastor (pastor Alfredo Córcoles). Soy un joven al igual que tú, y si de algo estoy seguro, es que nosotros somos muy especiales para el Señor. Él marca en Su Palabra el tiempo de los jóvenes como un tiempo en el que nosotros tenemos la gran oportunidad (y la responsabilidad) de dedicarnos exclusivamente para Él, pues “el soltero tiene cuidado de las cosas que son del Señor, cómo ha de agradar al Señor” (1 Cor. 7:32). Es el tiempo en el que debemos dejar los entretenimientos de esta vida, porque aunque muchos de ellos “no parecieren tan malos”, están cumpliendo una función destructiva de una manera muy sutil, pues nos están robando el tiempo que pertenece al Señor. Sé muy bien que no nos cuesta nada de trabajo pasar 1, 2, 3 horas, o hasta todo el día en Internet (por mencionar una de las muchas entretenciones que nos quitan el tiempo), más particularmente en esa famosa “Red Social”. En muchas ocasiones con publicar algún Texto que hable de la oración, aunque ya no oremos, nos sentimos muy santificados y como que “hay la llevamos”, por los muchos “me gusta” que recibimos; siendo que delante de Dios lo único que está pasando es que nos estamos alejando de Él. Lo mismo pasa cuando publicamos algo del amor a Dios, la humillación, el agradecimiento, el ayuno y cuántas cosas más. Que Dios nos ayude para no tratar (consciente o inconscientemente) de callar nuestra conciencia publicando un Texto, tratando de “cubrir” el desperdicio de tiempo que estamos haciendo, o que si ya escribimos el Texto, no sea para conseguir muchos “me gusta” y ser “populares” usando la bendita Palabra del Señor. Y qué decir de las cosas que abiertamente son deshonestas y desagradables delante del Señor, que muchas veces reflejamos mediante la red (en ocasiones ese es el verdadero “yo”). Tengamos cuidado. Dios nos ayude para no ser de ese grupo. Tomemos en cuenta las Palabras del Maestro, quien dijo: “Mirad, pues, cómo andéis avisadamente; NO COMO NECIOS, MAS COMO SABIOS; redimiendo el tiempo, porque los días son malos” (Ef. 5:15-16).

En cambio, qué pocos son aquellos que pasan 1, 2, 3 horas, o todo el día buscando al Señor en oración, en ayuno o en Su Palabra (y no sólo hacerlo esporádicamente, sino de continuo); esto no es nada común. Que Dios nos ayude, porque es muy cierto también que el tiempo en el que estamos viviendo nos dice a gritos que el Señor ya viene; ¡EL SEÑOR YA VIENE! Y aunque la condición en la que estamos no nos ayuda (pues, antes bien, tenemos que batallar contra ella), nosotros, como jóvenes, tenemos la oportunidad que muchos ya no tienen. Oportunidad única que el Señor da en la juventud. No seamos “engañosos” dándole al Señor “el animal ciego, el cojo, o el enfermo” (Mal. 1), sino hay que darle al Señor lo mejor que tenemos, lo primero de nuestro tiempo, nuestras fuerzas, nuestra juventud (que se pasa muy muy rápido, Ecl. 12:1), ¡nuestro todo! Si no lo hacemos ahora, entonces, ¿hasta cuándo lo haremos? ¿Ya cuando pasen los días y se nos acabe esta oportunidad? ¡No! Señor, por favor ayúdanos a tomar acción el día de hoy, antes de que el tiempo se acabe. Pues darle al Señor lo mejor que tenemos, en este tiempo, en verdad que vale delante de Él; ya que es de más gracia sacrificar nuestra carne no yéndonos en la corriente del mundo ahora que sentimos más fuerte el “jalón”, que hacerlo ya cuando la tentación no es tan fuerte (cuando la juventud pasó). Recordemos bien que el Señor es “Gran Rey” (Mal. 6:14), y no tiene necesidad de que nosotros le demos ninguna cosa; en cambio, nosotros no sólo tenemos necesidad de Dios, sino que, SIN ÉL NO SOMOS NADA. Dios tenga misericordia de nosotros. Sigamos adelante, ya falta muy poco.

Doy gracias a Dios por mi familia y pido mucho de sus oraciones por nosotros para que el Señor nos ayude. También agradezco al Señor por mi pastor, la congregación en la que Él me ha puesto, mis hermanos y todos mis amigos, pues son un gran tesoro y una bendición muy grande en mi vida; y así como dice el canto que escribió nuestro hno. Efraim, quiero repetir y hacer real esas palabras que le fueron inspiradas por el Señor: “Gracias Dios por mis seres queridos te doy, gracias doy por tus santos también, ellos son los que endulzan mi vida aquí, y te pido también les concedas llegar [nos concedas llegar juntos] a mi hogar celestial”.

Dios los bendiga.
Hno. Esteban Trujillo,
Purépero Michoacán.

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